LAPA III, ‘roca que sobresale cubriendo un lugar’, ‘cueva’, ant., vocablo común al castellano con el portugués y ciertos dialectos occitanos del Centro y del Sudoeste, de origen incierto, quizá de creación expresiva.
1.ª doc.: h. 1510, en el leonés Andrés Bernáldez («cuevas, lapas e riscos», cita de Cej., Voc.).
Desde luego no podemos vacilar en desechar la idea de García de Diego (RFE XV, 342) de que solapo y solapa sean derivados del lat. LAPIS, -էDIS, ‘piedra’, a pesar de que en Soria se diga solabio «socavo de una roca o terreno», que es derivado evidente de labio, en el sentido de ‘reborde inferior del terreno sobresaliente’, y sin relación con lapa: de LAPէDEM sólo podía salir laude o *lábe(d) en romance. Tampoco convence Brüch (ZRPh. LII, 576-7) al admitir que el tipo *CLAPPA ‘roca’ (V. CHAPA) se debilitó en *GLAPPA en iberorromance, que por vía fonética debía dar lapa; se oponen a ello las formas occitanas a que luego me referiré.
Hubschmid hijo estudió a fondo el problema en su artículo de la Festschrift Jud (255-7, 271-2, 278-9), en el cual se basa el FEW (V, 173-4): llamó la atención hacia el landés lapà «espèce de pierre ferrugineuse» (será un colectivo en -ARE) y la forma soulapo «caverne sur le bord d’une rivière», empleada en el Sur del Cantal; desearíamos más documentación occitana para mayor seguridad. Admite Hubschmid un prerromano *LAPPA, de origen «mediterráneo» y oriundo de Hispània: para ello se apoya principalmente en el nombre del conejo, port. láparo y lapouço2, fr. lapereau, lapin; éstos debieran ser tomados de España, de donde es originario el conejo3, y efectivamente hay testimonios en el S. XIII de que en el Poitou se compraban conejos importados de España4; ahora bien, otros nombres del conejo, como CUNICULUS y LAUREX, derivan de vocablos que significaban ‘madriguera’, lo mismo que láparo deriva de lapa ‘cueva’, y si en la Península se formó ya en fecha antigua este importante derivado, es lícito deducir que el primitivo *LAPPA sería una vieja voz local e hispánica, cuya área se extendía hasta el umbral de la Auvernia, según ocurre con otros iberismos.
El razonamiento que he reproducido es aceptable y convincente5; por lo menos lo es en cuanto a la antigüedad del vocablo en la parte occidental de la Península Ibérica, pues fuera del leonés y el gallegoportugués los testimonios de *LAPPA son demasiado esporádicos o indirectos para que podamos asegurar nada. Solapar y solapa pueden ser leonesismos o portuguesismos en Castilla; en Aragón y Cataluña no tenemos ningún testimonio (el cat. solapa, aplicado sólo al vestido, es castellanismo, según muestra la l-, aún sentido como tal y sin testimonios antes del S. XIX); y puesto que se llevó a Francia el nombre del conejo, de uso tan general, mucho más fácilmente pudo llevarse allá el de su madriguera, representado solamente por el aislado soulapo de Aurillac, y llevado allá por los cazadores y mercaderes españoles: nada tiene de extraño que de ‘madriguera’ se pasara a ‘caverna’ en general; en cuanto al landés lapà6 «espèce de pierre ferrugineuse», su sentido es tan diferente del del port. lapa que nada nos asegura sea el mismo vocablo: más probable es que vaya con LAPA II, ya que en las Landas hay lapo ‘arcilla no compacta’, que el propio Hubschmid atribuye con razón a esta otra palabra. Con ello quedamos limitados al Oeste hispánico. Por lo que hace a la antigüedad del vocablo, conviene no dejarse seducir por los tipos *LAPPହRO- y *LAPPAUCIO-, de corte arcaico, imaginados sin necesidad por Hubschmid para láparo y lapouço, pues los sufijos -´aro y -ouço son vivos y creativos en portugués7; luego no tenemos pruebas de que el tipo lapa sea mucho más antiguo que su primer testimonio de 907. Sin duda su especial arraigo toponímico podría revelar una procedencia prerromana, y es posible, en efecto, que sea antigua voz local del occidente ibérico; pero ante la falta de todo punto de apoyo comparativo en el céltico insular o en ibero-vasco conviene preguntarse si no hay otras posibilidades8.
En primer lugar observemos que lo que hace la losa que cubre la entrada de una oquedad se dice en inglés to overlap (p. ej. «buds are commonly covered with overlapping scales»), formación paralela a so-lapar, y el simple lap es «to pass over and close (a port. speaking of a slide-valve)» o, en general, ‘doblar, envolver, cubrir’, derivado del sustantivo lap ‘lóbulo’, ‘faldones, regazo’, y también ‘salidizo, solapadura, avance’, que ya existía en anglosajón, laæppa ‘faldón, bordillo’, b. alem. med. lappe, neerl. lap, de los cuales se tomó el alem. lappen ‘trozo de paño colgante’, ‘pingajo’ (y a. alem. ant. lappa), escand. ant. leppr ‘trozo de paño’, ‘rizo de cabello’. Nada difícil sería postular a base de ellos un gót. *LAPPA ‘paño colgante’, y quizá ya ‘salidizo, solapadura’ como en inglés. La roca sobresaliente se habría comparado con el trozo de paño que cuelga sobre algo: nada más natural; y sabido es que abundan los germanismos propios del Noroeste hispánico, donde fué más intensa que en parte alguna la colonización suebo-visigótica. Pero es el caso que también hallamos lappole ‘párpados’, ‘cejas’ en Pisa (Malagoli), y una variante léppole existe en otras hablas de Italia, según nos muestra el AIS (I, 102): la idea fundamental es la misma de objeto sobresaliente, y creo que debemos vacilar en ver ahí otra herencia gótica, sobre todo ante la inexplicable alternancia lapp-:lepp-. Más bien me inclinaría a admitir, como ya insinuó Spitzer (ZRPh. LI, 706), un radical LAPP- de creación expresiva y paralelo a KLAPP- (V. CHAPA), con la idea de ‘tapar’, ‘golpear algo tapándolo’, como el colgajo agitado por el viento, o la losa que oscila apoyada en un terreno desigual: al fin y al cabo es posible que la citada familia germánica se explique igualmente, como hermana y no como madre de la romance, pues el parentesco admitido con el gr. λοβóς ‘lóbulo’ no explica de por sí la geminada germánica9. Recientemente, en RF LXIV, 50-52, agrega Hubschmid otros representantes de esta familia, que refuerzan más la impresión de una raíz expresiva.
DERIV.
Solapar (V. arriba); asolapar ‘asentar una teja o losa sobre otra de modo que sólo cubra parte de ella’ [1777, DHist.]; solapado [Fuero de Vizcaya]; solapo [1605, Pícara Justina; a solapo ‘a escondidas, bajo mano’, 1613, Celoso Extremeño]; solapa ‘la parte del vestido que se pone encima de otra’ [Aut.], también solape (íd.) o solapamiento. Traslapar (V. arriba); traslapo; treslape (V. arriba).
1 Según Sarm., «la palabra lapa o lampa» se usaría y «se entiende en Pontevedra por sepultura» (CaG. 60v); luego cita «en â lampãa onde jaz miña filia Ynes» en doc. pontevedrés de 1427, y acaso sea lo mismo en uno de 1476, de sentido incierto por el contexto («para huma lampaa ante a cápela nova», acaso ‘lámpara’); por lo menos, en parte, de todos modos, el sentido es ‘tapa del sarcófago’: «e que labren la lampara que está ante la puerta de la dicha yglesia e la lanzen sobre mi sepultura» en 1501, o. c. 168v, 178r, 171r. Luego todo esto es un cultismo procedente de lapĭdem y alterado por la paronimia con el otro vocablo sacristanesco lampădem, y aunque propiamente se sentiría algún enlace con lapa, no parece que haya prueba alguna del uso de la forma lapa para ‘sepulcro’ y en todo caso estos datos no nos orientan en nada sobre el origen de lapa ‘solapo’ o ‘cueva’.― ↩
2 Comp. Évora alapardarse ‘esconderse’ (RL XXXI, 109).― ↩
3 Un detalle importante se fija mejor en el FEW: el fr. lapin [S. XV] ha de ser cambio de sufijo, puramente francés, de lapereau [1320], pues no hay en la Península forma alguna indígena con este sufijo: rosell. y cat. ribag. llapí son galicismos locales y esporádicos, y al port. dial. lapim (en Arcos de Valdevez) le denuncia como tal su terminación (no -inho).― ↩
4 En apoyo del origen portugués nótese que lapin significa al principio ‘gazapo’, lo mismo que lapereau y el port. láparo, -ouço; con este sentido se opone a connin ‘conejo’ en el Diario del normando Gonberville a med. S. XVI (ASNSL CLXX, 309).― ↩
5 Los gót. *LAPPA-AUSÔ ‘oreja pendiente’, y su hipocorístico *LAPPILÔ, que Brüch (ZRPh. L, 68-74) postula como étimos de lapouço y láparo, son construcciones inverosímiles y además tropiezan ambos con dificultades fonéticas. Con buenas razones los rechazó Spitzer en la nota abajo citada. Pero quizá se pasara de ‘conejo’ a ‘madriguera’ (y no a la inversa) y se trate de un sorotáptico LAPPÂ o LAPPO-(-IN) ‘conejo’ que podríamos combinar con el prus. y lit. lape ‘zorra’, letón lapsa [= ęλǠπƓξ ??] y las palabras para diversos animales reunidas por Pokorny, IEW 1179.12, etc. (algunos han pensado [vid. DCEC III 1004b] que raposa y palabras conexas vengan también de allí, cf. oc. rabàs ‘tejón’); la idea de que sea una palabra sorotáptica invitaría a añadirle alb. lapë (< LଵPଵ) ‘vaca’, suizo loobe ‘íd.’, let. luõps ‘ganado’ (Pokorny, 654.10) recordando cuántas veces toman múltiples sentidos concretos (muy vagamente conexos) las raíces indoeuropeas aplicadas a animales, plantas, partes del cuerpo y campos semánticos análogos.― ↩
6 Así hay que acentuar, puesto que el dialecto de las Landas no tiene palabras en -a átona.― ↩
7 Nótese que casi todos los ejs. de -ouço que cita Hubschmid se aplican a radicales puramente romances (pedrouço, medouço, galarouço); en otros no hay tal sufijo, pues CADOZO es arabismo todo entero (véase este artículo). Lo que él toma por alternancia céltica, en -oço junto a -ouço, no creo que sea más que pronunciación dialectal portuguesa. Acerca de este sufijo, vid. Spitzer, ZRPh. LIII, 298. Ejs. de -´aro agregado en romance he dado muchísimos en este libro.― ↩
8 Hubschmid supone que *LAPPA es un hermano «mediterráneo» [¿en Portugal?!] del lat. lapis y del gr. λεπάς, pero este último significa ‘roca pelada’ y por lo tanto es derivado puramente griego de λέπειν ‘pelar’; en cuanto a lapis, Ernout-M. y Walde-H. coinciden en que es palabra de origen completamente incierto.― ↩
9 Una formación como «sombrerito lapa-lapa» ‘sombrerito de a las caídas’, que leo en una copla popular de Santiago del Estero, Arg. (O. di Lullo, Canc., p. 378), parece indicar que este radical sigue con fuerza creativa. Verdad es que hay hermandad con el quichua laphápa «tela que cuelga de ciertos sombreros y del quepis de los soldados, para hacer brisa» (Lira), pero este vocablo está aislado en quichua y falta en González de Holguín (1608), de suerte que allí es también creación moderna. ↩